En estos dos últimos meses de la presentación de mi libro “La salud mental en la Empresa” he tenido que contestar a muchas preguntas. Pero hay dos tipos de preguntas que me están resonando constantemente en mis reflexiones previas al siguiente libro que estoy escribiendo sobre similares temáticas.
Una de ellas, por su obviedad se contesta sola, cuando preguntan si es responsabilidad de la empresa la salud mental de los empleados. Es fácil intuir que intervienen muchos factores en la salud mental y que el libro indica la responsabilidad de la empresa en combatir los ecosistemas tóxicos que genera malestar, pero ir más allá es invadir esfuerzos personales de responsabilidad ajena a la acción empresarial.
Hablar de salud mental no es hablar de enfermedades mentales, y por tanto, esa acción preventiva de identificar, intervenir y cambiar los ecosistemas tóxicos si es una clara responsabilidad de la Empresa. Por tanto, la salud mental es una ecuación personal donde la Empresa tiene que evitar toxicidades ilógicas pero no puede responsabilizarse de las decisiones personales de los empleados.
Pero hay otro tipo de pregunta, más sibilina y de enorme calado ¿y si el que no tiene salud mental son los directores de la Compañía? En un principio piensas que debe tener un tratamiento similar al resto de los empleados pero la pregunta es más profunda. ¿Y si te mandan un enfermo mental? ¿Y cómo incide en la estructura de la Empresa? Vamos a intentar exponer como gestionar la salud mental de los lideres. Y para eso, vamos a analizar tres aspectos:
1. Identificar y asumir la salud mental en los puestos directivos
2. Técnicas de afrontamiento a problemática de salud mental con directores
3. Sistemas de “desinocular” los efectos organizativos de un directivo por su mala salud mental.
Igualmente que una persona puede tener achaques y tener una mala salud física, los psicólogos nos encontramos con personas con una mala salud mental durante muchos momentos de su actividad como directivo. Y no nos vale el dicho utilizado para la salud física de tener “una mala salud de hierro” porque la salud mental incide mucho en los colaboradores y en los ecosistemas de trabajo.
En primer lugar, aceptar una mala salud mental para un directivo tiene un enorme eco social. Todavía convivimos con una elevada estigmatización de la enfermedad mental, y por ende, no se habla sino es despectivamente de los trastornos mentales. Esto conlleva a la negación de la enfermedad mental ocultada con otras dolencias fruto de la alta somatización de las anomalías mentales.
Proteger integralmente la salud, incluyendo la salud mental, implica:
- Chequeos psicológicos como los chequeos médicos
- Consulta de consejo psicológico para directivos
- Asumir trastornos mentales como fruto del entorno del trabajo
- Expresar abiertamente situaciones de malestar mental
- Ser transparente con los tratamientos psicológicos
En fin, tenemos que trabajar la salud mental del directivo como un bien organizacional porque se evitaran decisiones erróneas no por falta de conocimiento y/o experiencia del directivo sino por el entorno y los trastornos mentales que tiene el directivo. Tomar decisiones en momento de crisis mentales puede ocasionar multitud de efectos indeseados. Gestionar problemas de personas cuando se está acuciado con reflexiones en la esfera personal puede ser de enorme inadecuación. Tenemos que pensar, que los jefes pueden no estar en situación de buena salud mental para ejecutar su función de enorme calado en la organización.
Desestimatizar, Diagnosticar y Tratar lo mental de un directivo es una responsabilidad directiva. No vale con tacharle de “loco” sino de estructurar un proceso de asunción de una brecha en su salud mental que todo humano puede atravesar.
En segundo lugar, no vale con desdramatizar lo mental y diagnosticarlo sino también hay que elaborar estrategia de intervención preventiva y temprana para las problemáticas de salud mental. Hay que incluir en la formación de directivos diferentes técnicas de afrontamiento de problemas que pondrán dar juego para su salud mental. Son fundamentales estos tres tipos de herramientas:
- Técnicas contemplativas
- Técnicas conciliativas
- Técnicas de descanso
Si un directivo sabe meditar, equilibrar el trabajo con otras esferas de su vida y saber afrontar el dormir tiene todas las variables claves de su éxito como directivo. Saber meditar, conciliar y dormir son los tres ámbitos que previenen los problemas de enfermedad mental y cimienta la mejor salud mental. Las técnicas contemplativas son un concepto más amplio que el concepto de mindfulness, y con una aproximación pragmática hay que enseñar al directivo a tener modelos de relajación propia.
Mi experiencia me recalca que la utilización de pequeños trucos contemplativos facilita mucho las labores de decisión de los directivos. Con relación a la conciliación el equilibrio está entre el tiempo de trabajo, tiempo familiar y tiempo personal es la magia de la salud mental.
Esta es la “triada vital” que en muchas ocasiones predicen el bienestar en la empresa, claramente no podemos dedicar un 33% a cada una las áreas porque hay que dormir que es un escenario básico de nuestra salud mental. Pero podemos equilibrar con equilibrios no diarios siendo mejor semanales, pero siempre en pro del equilibrio en las tres áreas. Saber dedicar tiempo a no hacer nada, es una medicina adecuada para muchos trastornos mentales.
El estar ocupado siempre encierra no estar tiempo contigo mismo. Saber conciliar es un gran ecosistema de bienestar, y las técnicas de descanso que van asociadas al saber desconectar digitalmente mejoran tu calidad de sueño. Dormir no solo es descanso físico sino sobre todo psíquico y, luego dedicar tiempo a saber cómo descansamos posibilita ecosistemas menos tóxicos del trabajo directivo.
Y en tercer lugar, si aceptamos que tenemos problemas de salud mental y sabemos desarrollar herramientas para prevenir y mitigar dichos problemas, tenemos que saber cambiar la acción directiva para evitar intoxicaciones emocionales por inestabilidades mentales directivas.
Este proceso le denomino “desinocular”, ya que, la inoculación de los problemas mentales del directivo en decisiones empresariales origina cascada de inestabilidades en la organización. Por eso suelo dar tres recomendaciones a los directivos:
(1) Consejo psicológico cercano (más allá del coaching)
(2) Proceso equilibrado de la información
(3) Liderazgo auténtico
Para controlar y aminorar los efectos negativos de los desórdenes mentales de los directivos es muy útil disponer de un consejo psicológico cercano. En el proceso de la identificación del trastorno necesitamos de un profesional psicológico, pero su labor es mayor cuando se trata de acompañar, apoyar y asesorar cercanamente a la problemática del directivo. Suelo apelar a la profesionalidad de un psicólogo porque no me vale un coach que solo sepa de entornos profesionales. El directivo necesita el consejo de un especialista en salud mental, es decir, de un psicólogo.
Además, hay que generar que la información que disponga un directivo tenga en cantidad, calidad y diversidad de información para poder genera opiniones cualificadas. Procesar equilibradamente la información para generar situaciones con fiabilidad interjueces (es decir, vista bien para la mayoría) genera un ámbito de enorme valor significativo a lo que hay que hacer. Y por último, incrementar el concepto de autenticidad para ser líder, eres lo que piensas y haces lo que piensas, para generar un auténtico bienestar mental. La autoridad es una salvaguarda frente a decisiones erróneas que impliquen aceptar la imperfección humana. El líder autentico sabe pedir perdón, dar las gracias y aceptar sus errores, y es por su humanidad perfectamente imperfecta lo que consigue influir en los demás.
En conclusión, ¿Qué podemos hacer con la salud mental de los directivos? Pues lo expreso en este grafico
Con este modelo podemos avanzar a aceptar y hablar de la salud mental de nuestro jefe, que como seres humanos pueden caer en enfermedades mentales pero debemos gestionar su impacto organizativo.
Leyendo la biografía de EINSTEIN escrita por Walter Isaacson me asaltó una gran frase del tío Alberto “Intenta no volverte un hombre de éxito, sino volverte un hombre de valor”.
No equivoquemos éxito con valor. El gran valor de un directivo es cuando descubre otra máxima del mismo tío Alberto “Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos”. El líder tiene derecho a trabajar su salud mental pero teniendo en cuenta su impacto organizativo.
En fin, el éxito directivo es el valor de ser un buen líder sherpa.
Javier Cantera Herrero
Presidente de la FUNDACIÓN PERSONAS Y EMPRESAS. Autor del libro LA SALUD MENTAL EN LA EMPRESA (2023)